viernes, 27 de marzo de 2009

Si supiéramos todo. Parte III

El fin de la libertad.

"La posesión lo decide todo en el mundo"-
 A.von Chamizo, 1838.

"El dinero ilimitado forma el entremado de las guerras"
-Cicerón (106 a.c.-43 a.c)

Hace poco transitaba un camino, de unos 25 kms, que estaba totalmente vallado y me llamó la atención que las cercas eran exactamente iguales durante todo el trayecto. Esto me indicó que toda esa extensión era de un mismo propietario. No había nada cultivado, no había un sólo animal de granja, ni siquiera colmenares. El terreno, hoy a las puertas de la ciudad, está plácidamente esperando que aparezca un comprador. Mientras tanto, su valor sube. Supongo que próximamente veremos condominios.

Alguna vez, el hombre transitaba por planicies y bosques, haciendo hogar donde más le acomodase, para satisfacer sus necesidades. Tenía libre acceso al agua, a la tierra y a lo que allí cazaba o cultivaba. En algún momento, uno de ellos dijo:"Este pedazo es mio" y empezó la propiedad privada. Hoy en día estamos acostumbrados a que la tierra es de alguien. Compramos una casa, un terreno o un apartamento propiedad de una persona, empresa o sociedad. Si no hemos logrado ahorrar lo suficiente, pedimos un crédito hipotecario que vamos pagando mes por mes. Si no pagamos, perdemos la propiedad. Si no podemos acceder a un crédito, pagamos un alquiler por ocupar un espacio.
La realidad es que si no pagamos la totalidad del precio del inmueble, la propiedad es del banco o institución financiera, hasta que no se termine de pagar. Siguiendo el modelo norteamericano, que es el que hoy prevalece, los créditos son a 20 o 30 años. Aunque de facto la propiedad no es nuestra , debemos pagar los impuestos sobre la propiedad que se generan. En los EEUU por lo menos, estos son deducibles de impuestos.
Los títulos de propiedad que hoy adquirimos, tuvieron su origen en la cesión de tierras establecidas hace cientos de años atrás.  En líneas generales, y sin entrar mucho en detalles, los estados y sus gobiernos, cedieron tierras a cambio de favores y otras fueron tomadas a la fuerza. Lo cierto es, que debido a lo que sucedió hace mucho, mucho tiempo, unos tienen y otros no. A medida que estos afortunados pensaron oportuno, fueron vendiendo sus propiedades y a través de los años pequeños pedazos llegaron a ser accesibles(?) para los individuos como usted o como yo.
Lo cierto es que un bien destinado a una necesidad básica del ser humano, como es establecer un hogar, se ha convertido en un bien especulativo que nada tiene que ver con esa necesidad.
En algún momento se intentó corregir esto con las famosas Reformas Agrarias. En parte porque fueron mal implementadas y en parte por que el sistema capitalista las aplastó, hoy son fósiles de la historia.

No hace mucho, la casa que mis padres habían comprado con sus ahorros de toda la vida, sufrió un alza impositiva importante. Tan importante, que de vivir, mis padres no hubiesen podido pagar. Al poco tiempo empezaron a acercarse las compañías constructoras interesadas en comprar la propiedad, y tres más aledañas y finalmente se les vendió. Hoy se está construyendo un edificio de apartamentos en su lugar. Mediante el aumento de los impuestos, el estado favoreció a las empresas constructoras, con lo que resultó ser una expropiación enmascarada.
Sin mencionar nombres, hace poco me enteré que la normativa de construcción de la zona donde vivo fue cambiada por un alcalde que tiene intereses concretos en el negocio de la construcción. La planificación urbana, pues, no está al servicio de hacer nustras ciudades lugares más dignos de ser habitados. Está al servivio de intereses económicos ligados directamente al poder civil.

Pero esto no termina aquí.
Nuestros ancestros tenían libre acceso al agua. Era un bien común. La formación y crecimiento de las ciudades y la contaminación provocada por el uso indiscriminado de las fuentes del preciado líquido, obligó a encausarlas y procesarlas para que llegara a nuestros hogares de manera purificada. Aunque se supone que nuestros impuestos también son para esto, también pagamos por el agua que consumimos. Pero no contentos con esto, previniendo que tal vez esta agua "purificada"no sea tan pura como pensamos, se nos vende agua mineral embotellada. Hay empresas que toman el agua (¿de donde?) y la venden. La propiedad de la tierra les da el derecho de comercializar el agua que pasa por sus tierra, ya sea por la superficie o por el subsuelo. Se interrumpe el curso del agua para apropiarse de ella. Y ya van dos: La tierra y el agua. Vamos a la tercera.

Ciudad de México, Santiago de Chile, Madrid, Sao Paolo, por mencionar algunas, son ciudades con alto grado de contaminación del aire. Pero esto no es atributo exclusivo de las grandes ciudades. Desde Huelva, España, hasta ciudades de la antigua URSS y en nuestros propios países Latino Americanos, hay fábricas que están vertiendo contenidos tóxicos al suelo, al agua y al aire. Hasta el momento, les conviene pagar multas que solucionar el problema. Un dato curioso y preocupante. Como ciertos grupos de presión en la Comunidad Europea han logrado aumentar las penalidades, no pocas fábricas están planificando moverse a África. La globalización permite esto: Seguir contaminando desde lejos, como si no nos fuera a afectar de todos modos.

Por absurdo que esto nos suene hoy.¿Cabe alguna duda que, en un futuro no muy lejano, tengamos que pagar por el aire?
Tierra, Agua y Aire. Todo en manos de privados que harán negocio vendiendo lo que en un principio era de todos.
Volviendo al ejemplo de la casa de mis padres,¿Puedo confiar en un estado que no tuvo el menor reparo en crear una expropiación de facto para favorecer intereses corporativos o alimentar la codicia de alguno, para que purifique nuestras aguas y nuestro aire? Si es negocio para alguien, seguro que no. De hecho lo veo todos los días. Camiones y buses que circulan dejando una negra estela por los caminos y fábricas que siguen contaminando la tierra, el agua y el aire.
Algún día, el aire será el negocio de alguien.

En este nuevo mundo del neo-liberalismo, nos hemos deshecho del estado-empresa, es verdad, pero no nos engañemos. El estado moderno es el gran socio de las grandes corporaciones, participando a través de impuestos de sus ganancias y ayudando a su crecimiento mediante legislación, enforzando el modelo a ultranza. Y, ¿Qué hace el estado con todo ese dinero?
Su mayor gasto es pagar su propio gran aparato estatal, incluido el sistema político y gubernamental, cuya principal función es seguir ayudando a las corporaciones a conseguir más dinero, y de paso, aprovecharse un rato, mientras se está en el poder, de incrementar sus propios bolsillos.
El estado, que alguna vez se constituyó para brindarle a la población, a cambio de un pago llamado impuesto, tres elementos simples pero escenciales: Seguridad, Salud y Vivienda, no cumple con su parte del trato y castiga severamente a los ciudadanos que no cumplen con la suya.
Cada vez veo más casas con sistemas de seguridad y vigilancia. La salud, si no es privada, es ineficiente y  a pesar de ser privada, es abusiva y dictatorial. Y cada vez es más difícil comprar una vivienda. Si un ciudadano es castigado por no cumplir sus obligaciones,¿No debería el gobierno ser castigado por no cumplir con las suyas?
Tierra, Agua y Aire. Seguridad, salud y vivienda. Todo está, o estará, en manos de alguien y a la venta. El ciudadano de a pie, no tiene nada.

En casi todo el mundo neo-liberal, existen leyes anti-monopolio destinadas a proteger al consumidor. De hecho, en los EEUU las compañías dedicadas al mismo rubro tienen prohibido juntarse en territorio norteamericano a discutir temas comerciales. Problema resuelto. Se reunen fuera de los EEUU.
Actualmente en Chile, las tres grandes cadenas de farmacias, que controlan más del 80% del mercado, están siendo investigadas por prácticas monopólicas. Originalmente, la multa sería de unos 15 millones de dólares para cada una. Sin embargo, la primera en admitir su culpabilidad será multada con 1 millón. Nada, una pequeña palmada y a seguir. Para las grandes corporaciones, las multas son parte del costo de hacer negocios y el estado puede llenarse la boca diciendo que protege al ciudadano. Pero este es un año de elecciones y tal vez las farmacias sean un buen chivo expiatorio de cara a ganar votos.
El sistema en el cual vivimos es tan perverso y manipulador, que si tuviera acciones en alguna de estas empresas, me convendría que no fueran fuertemente multadas porque el se verían afectados los valore de mis acciones. Peor aún. Si el fondo de inversiones donde tengo mis ahorros ha invertido en alguna de estas compañías, no sólo me veré afectado por el robo en sus precios, si no que también se verá afectado el dinero de mi retiro. Y, ¿El estado que hace?

Eso sí, votamos. Y el sistema es tan cínico, que nos insta a hacerlo. La oposición dice que por el cambio, el oficialismo para que todo mejore. Votar por presidentes, senadores, diputados y alcaldes. Gente que proteja nuestros intereses. La verdad es que los estamentos del poder no tienen el menor interés por el cambio ni por las mejoras reales. El sistema está fundamentado en la posesión de los elementos escenciales para el ser humano, y con esto, en la posesión y el control del individuo. Hemos perdido la libertad.

Al igual que la religión promete una vida mejor después de esta, el estado nos engaña con pequeñas libertades y mejoras, haciéndonos creer que de verdad tenemos una opción y que nuestros sacrificios de hoy serán beneficios para futuras generaciones.
El estado es la protectora de las corporaciones. Tendremos mejoras en nuestra calidad de vida siempre y cuando sea lucrativo. La incorporación de grupos minotarios al sistema político ha sido otra manera de ingresarlos al sistema productivo. La mujer consiguió el voto y el reconocimiento. Hoy es factor importante en la dinámica del consumo.
El estado y las corporaciones son socios de una nueva forma de esclavitud, y nosotros sus esclavos.

Nadie cuestiona el hecho que podamos comprar productos baratos provenientes de países en vías de desarrollo que, gracias a sus gobiernos, facilitan mano de obra con salarios por debajo del nivel de subsistencia o permiten la explotación infantil. Los estados hacen acuerdos comerciales con otros estados donde sistemáticamente se violan derechos de las personas. Pero está bien. Así lo desean las corporaciones.
La nueva religión es el consumo y las corporaciones sus nuevas iglesias. El estado es el aparato que garantiza que así sea. ¡Y nosotros que pensábamos que teníamos estados laicos!
Las corporaciones son las dueñas del mundo y su codicia, no tiene límites.
(continúa)




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