jueves, 26 de marzo de 2009

Si supiéramos todo. Parte II.

¿Cómo empezó todo?

"El sentimiento de dependencia es el fundamento de la religión"
-L.Feuberbach-1841

"Mito es una religión en la cual ya nadie cree"
-James Fleibeman

En mi caso paricular, todo empezó en el colegio.
Nací en el seno de una familia culturalmente diversa. Mi padre norteamericano judío, mi madre chilena católica. Ninguno de los dos era realmente observante y decidieron, tempranamente, que no importaba que religión profesara su hijo, pero que creyera en Dios. De vez en cuando acompañaba a mi padre a la sinagoga y simultáneamente asistía a un colegio católico (La Salle). A los siete años le pedí a mis padres ser bautizado y esto fue recibido sin oposición. Claro está, que viéndolo en retrospectiva, los buenos hermanos salesianos vieron campo fértil en un niño fascinado por la religión y sus elementos mágicos. En mi mente, todo tenía sentido. Ser católico y judío era "casi" lo mismo. A la noche rezaba un "Padre Nuestro" y seguidamente una oración en hebreo, que aún recuerdo. Hacía la señal de la cruz y me complicaba tratando de repetir el gesto con la Estrella de David.  El respeto de mi padre era tal que, aún siendo judío, me acompañaba a misa todos los domingos y me esperaba afuera.
Un día llegué a casa llorando porque el sacerdote que oficiaba misa habló mal de los judíos, refiriéndose a ellos como "los asesinos de Jesús". Mi madre puso el grito en el cielo, y los hermanos pidieron disculpas aduciendo que el pobre padre Ángel era muy mayor. 
pero mis creencias crecieron fuertes. Iba a misa todos los domingos, me confesaba regularmente, comulgaba e incluso, promediando los doce años, me quise ir a un seminario. Inteligentemente, mi madre (no mi padre) me dijo que todo estaba muy bien, pero que debía esperar a tener diez y ocho.
No llegué. Un año antes, empezó mi cuestionamiento a la Iglesia, mi redescubrimiento como parte de la etnia judía y finalmente la puesta en marcha de mi pensamiento racional.

Pero el proceso de adoctrinamiento fue certero, profundo y eficaz. Como toda falacia, debe llevar elementos contrapuestos, para que ambas premisas cuando confrontadas, suenen a verdad. Esto se llama "blindaje" conceptual. Ejemplo: Qué tan difícil es aceptar que María fuese vírgen, si al fin y al cabo, Dios puede hacer lo que quiere. Nadie discute con Dios.
Así entonces, se nos decía que había que hacer el bien para ganarse el cielo y si hacíamos el mal, nos condenaríamos a los fuegos eternos del infierno. Que aún haciendo el mal, teníamos la oportunidad de enmendar mediante la confesión. La absolución, eso sí, estaba condicionada a un verdadero arrepentimiento. O sea, que aunque engañaramos al representante de Dios en la Tierra, "el Jefe" tenía la última palabra. ¡Que nervios! Tener que esperar hasta última hora para saber si íbamos a ser merecedores del Cielo.
También se nos decía que entre más padeciésemos en esta vida, mayor sería la recompensa en el Cielo. Habían, entonces, ¿Distintos niveles de Cielo?. Que las penurias que pasamos en esta vida son "pruebas que nos pone Dios para probar nuestra fe". Que lo que estaba escrito en la Biblia y en el Nuevo Testamento fueron escritas por inspiración divina y en consecuencia, verdades absolutas. Que fuera de la Iglesia no había salvación. Que Jesús había nacido de una mujer virgen y que los ángeles iban y venían llevando mensajes del más allá. Que Dios era todo amor, pero capaz de una ira sin límites como para arrasar dos ciudades como Sodoma y Gomorra donde TODOS eran pecadores. Me imagino que como toda ciudad, allí vivirían niños y personas libres de pecado. Pero bueno, quienes éramos nosotros para dudad de los designios del Señor. Que para tener fe, había que pedírsela a Dios. Pero, ¿Cómo se hace para pedir algo que no se conoce?. Adán y Eva, Caín y Abel, la sangrienta conquista de Palestina, la resurrección, los milagros, los santos, etc...
En fin, una mitología llena de contradicciones, con elementos prestados de muchas creencias antiguas, mezclada con algunos pensamientos aristotélicos y transformada en teología por el bueno de Saulo de Tarso, Pablo, y finamente estructurada por (San) Agustín y (Santo) Tomás, que dieron forma definitiva al entramado cristiano y que había que aceptar como dogma de fe.

No se trata aquí de enumerar la interminable lista de preceptos, reglas, mandamientos, historias y sacramentos que hacen a los dogmas de fe. Lo importante de hacer notar es que, con el tiempo, la misma Iglesia se ha encargado  de contradecirse. Como con el famoso vínculo "indisoluble" del matrimonio, que por una cantidad de dinero adecuada, hasta el mismo Julio Iglesias logró anular. O el famoso "Limbo" , una especie de cielo tercermundista, donde llegaban las almas de los niños no bautizados y que oficialmente fue "clausurado"  por Juan Pablo II. Si la fe es un don concedido por Dios, como dicen los prelados, ¿Dios elige a quién dársela? Pregunto yo. Y estaba el asunto de los Papas, algunos más perversos que el Dr.No, las cruzadas y la Inquisición. Cuando cuestionábamos todo esto se nos decía que la Iglesia, como toda institución, está manejada por hombres y estos no están libres de pecado. OK, sería todo.

Y entonces leí a Marx. Karl decía que "La religión es el opio del pueblo ", así que no era sólo la Iglesia de Roma la que nos contaba cuentos. 
Por supuesto que mi limitada mente entendió que toda esa gran mitología no era más que una explicación concreta para asuntos mucho más profundos y que tenían sentido si en algún momento se le fuera desvelando al creyente el verdadero fondo.
Hay una publicidad de productos avícolas que muestra un pollo muy feliz. Nunca me gustó mucho porque me parecía un despropósito mostrar un pollo feliz de ser faenado y terminar como comida. Pero en fin, el hecho es que entendí  que era una manera ficcional de hablar de los atributos del animal. Las religiones hacen lo mismo. Cuentan una historia para explicar algo más profundo. El problema es que se quedaron en la historia y la tratan de vender como la verdad.
 Pero la verdad nunca llegó. Y entonces, viene la GRAN pregunta.¿Por qué?,¿Por qué tanto esfuerzo, dedicación e intolerancia en hacernos creer todo esto al pie de la letra. Y, a medida que crecemos, nos viene la verdadera pregunta.¿Para qué?

El proceso de adoctrinamiento venía acompañado de colectas. Colectas en la misa. El diezmo sagrado. Colectas para los pobres. Colectas para los niños. Colectas para las misiones. Rifas, bingos y colectas. Y no digo que mucho de eso no llegara a dignos destinos, porque fui testigo de ello, pero siempre se trataba de dinero. En mi primera visita al Vaticano me pregunté ¿De verdad necesitan de mi dinero? Luego me enteré que el Vaticano tenía su propio banco, el Ambrosiano. Supuse que, tratándose del banco de la Iglesia, tendría disposiciones distintas, objetivos loables a diferencia de otros bancos, pero no. No sólo eran lo mismo, si no que sus arcas se habían incrementado gracias a dineros lavados por el nazismo y otros de dudosa procedencia. Y seguían pidiendo dinero. Un estado sentado en una fortuna y que había creado una inmensa maquinaria para generar dinero con la cual mantenía a la organización más efectiva y extensa de información y control jamás creada.
Pero,¿Para qué?...Sigamos el dinero.

Una de las virtudes del dinero es el control. Si tenemos ingresos adecuados, podemos elegir la casa donde vivimos, podemos elegir el vehículo que nos gusta y podemos elegir el lugar donde estudian nuestros hijos. Es decir, tenemos cierto control sobre nuestras vidas. Si no tenemos dinero, la opción se reduce a lo que buenamente permitan nuestros ingresos. Menos dinero, menos control. Más dinero, más control.
Si queremos, además de controlar nuestras vidas, controlar la de los demás, hace falta mucho más dinero. Es así como las grandes corporaciones controlan los vaivenes de la economía, la política y en definitiva, nuestras vidas.
La Iglesia es una corporación. La primera multinacional de la historia. Una corporación, que a diferencia de la General Motors, por ejemplo, que vende automóviles, esta tiene la virtud (nunca mejor dicho) de vender aire. Nos vende una idea y que con el apoyo de reyes, príncipes y gobernantes en general, se transformó en el único producto aceptado y se nos obligó a consumirlo. ¿Qué pasaba si no nos gustaba y no queríamos ese producto?. Hace algunos de cientos de años se nos hubiese perseguido, torturado y quemado (y confiscado todos nuestros bienes). En la modernidad simplemente se nos condena a los fuegos eternos.¡ Cómo para no comprar!.
Y,¿Qué ganaban los gobernantes?. Uno de los elementos más importantes para ejercer el control: El Temor. La Iglesia prestaba la idea y los gobernantes fueron su brazo ejecutor. A cambio, el gobernante les cedía tierras y dinero. La Alianza perfecta.
Cuando la primera cruzada entró en Jerusalén, se estima que mataron a más de 200.000 personas. De hecho, la ciudad no pudo ser ocupada hasta meses después debido al hedor de la putrefacción. La expulsión de árabes y judíos de la península Ibérica, no sólo significó la muerte de miles, si no que además, el alejamiento de innumerables familias que habían vivido allí por más de 800 años. Y luego la Inquisición, la primera "policía federal"de la historia. Gente armada que podía pasar de un estado a otro, entrar a casas, iniciar juicios sumarios, torturar y ejecutar. Pero lo más importante de todo esto es que en todos los casos habían decomisos y  expropiaciones. Gran parte de la riqueza de la Iglesia está construída con la sangre de millones a través de la historia.
No es casualidad que los cismas que sufrió la Iglesia fueran acompañados de poderes terrenales que quisieron crear sus propias "multinacionales". Los protestantes de Lutero en Alemania, los Calvinistas en Suiza, los Hugonotes en Francia y los Países bajos, los Anglicanos en Inglaterra.
Los mismos perros, con diferente collar.

Para los que dicen que esa es historia pasada, basta con recordar la complicidad de la Iglesia frente al Holocausto judío y ante el sistemático terror de estado de muchos gobiernos como el de Franco en España y las dictaduras militares en Latino América. Mientras los tiranos torturaban, hacían desaparecer o mataban a miles, literalmente recibían el sacramento de la eucaristía de mano de sacerdotes, obispos y cardenales de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Amén.
Claro que hubieron voces disidentes y denunciantes dentro de la Iglesia. Pero a esto respondo con la misma lógica con la que se me explicaban los abusos del clero. La Iglesia está formada por hombres y no todos son pecadores. Además, la Iglesia lo permitía porque una regla de las corporaciones es apoyar a todos los lados de un conflicto. No vaya a ser que ganen los otros.
La recomendación de Chris Tucker nos está llevando a algún sitio. Si buscas al culpable, sigue el dinero.
Pero el comportamiento de "nuestra" Iglesia no es exclusiva. De una forma u otra, tal vez no todas tan virulentas, las religiones organizadas son fuente de riqueza y control. Han pasado poco más de 30 años del fin de la dictadura de Franco, "Defensora de la Cristiandad", donde la Iglesia era la religión oficial del estado con todo lo que eso conllevaba. Las legislaciones de muchos países islámicos prohibe, bajo pena de prisión, que se trate de convertir a un musulmán a otra fe. Los gobiernos más moderados de la región, pagan a los gobiernos fundamentalistas para que los dejen tranquilos.
Más dinero, más control y con la fe a tu lado, aún más control. Tener a la población bajo la creencia que es mejor quedarse tranquilo y sufrir, porque su verdadera recompensa está en el Cielo, o en alguna otra reencarnación, permite a otros, a los poderosos de la tierra, vivir bien, comer mejor y acumular más riquezas. La codicia.

La utilización de una creencia para ejercer dominio y control no es prerogativa de las religiones.
Los estados laicos han inventado otros dogmas tales como "La dictadura del proletariado", donde todos somos dueños de todo y dueños de nada y donde la promesa es, que a cambio del sufrimiento de hoy, nuestras futuras generaciones estarán mejor. O el de "La protección de la raza superior", o "El neo-liberalismo económico", que nos quiere hacer creer que las leyes de esta economía hay que aceptarlas como si fuesen leyes naturales. En vez de sacerdotes como intermediarios ante Dios, las corporaciones ocupan su lugar ante estas leyes económicas de Samuelson y compañía, , o" El gran sueño americano", que le ha "regalado" a su país una guerra en cada generación y donde han sabido sintetizar todo lo anterior bajo el lema "In God we trust" (En Dios confiamos), y para que no queden dudas, está escrito en cada dólar. La asociación perfecta.
Pero esto es sólo el comienzo.
(continuará)

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