sábado, 27 de abril de 2013

Vatican Makeover


"Cambia antes que tengas que hacerlo"
- Jack Welch

"Solo porque todo sea distinto no significa que algo haya cambiado"
-Irene Peter

El mundo está maravillado. A Francisco I le gusta el fútbol, no le gusta el lujo y usa un lenguaje llano. Es un papa cercano, bonachón y preocupado por los pobres. Aún más cercano que Juan XXIII, el "papa bueno" y más austero que Juan Pablo I, el que duró un mes. Ni siquiera la oscura sombra de su papel durante la sangrienta dictadura argentina ha podido con su imagen de "cura" de barrio.

¿Qué significa esto en el camino de la Iglesia?
Hay dos aspectos en la vida de la Iglesia Católica. Una es su labor apostólica, aquella que tiene por misión expandir el catolicismo y recuperar a las "ovejas descarriadas", asegurando la salvación eterna a aquellos que le son adeptos.  La otra, su quehacer diario como poder terrenal. La Iglesia del banco Ambrosiano, la que ejerce presión política para que los gobiernos adecuen sus leyes a los preceptos de la Fe, y que recauda millones en donaciones y propiedades en todo el mundo, o casi. 
Desde el principio de la institución, ambas facetas se han mezclado, confundido y no pocas veces, enfrentado. El proselitismo religioso a menudo se ha apoyado en el poder político dando origen a las cruzadas, la Inquisición y el Opus Dei. El poder terrenal ha investido reyes y emperadores, ha protegido a pederastas y violadores, pero también ha creado instituciones como Cáritas, que ha llevado y lleva alivio a millones. De ella han surgido movimientos como el "Movimiento del sacerdotes para el Tercer Mundo", en el cual parte del clero se involucró profundamente en la realidad social del Tercer Mundo.
Entre el mundo espiritual y el terrenal está la teología, la que fundamenta (o no) la realidad dogmática de la iglesia. El Cielo y el Infierno. La Santísima Trinidad. La Virginidad de María. La Resurrección y la sustancia divina de Jesús. La Transubstanciación . De ella emana la posición sobre el divorcio, el aborto, la homosexualidad y el control de la natalidad, de la sexualidad en general. Desde ella de establece la relación del católico con el mundo.

Jorge Mario Bergoglio, como Francisco I,  trae una brisa fresca a una iglesia que olía a encierro y naftalina. Ratzinger se vistió de pastor, pero por eso de "aunque la mona se vista de seda...", nunca dejó de ser el teólogo. En otra época hubiese sido inquisidor. Francisco abrió la ventana. Con cada uno de sus gestos y anécdotas, el catolicismo respira profundo. Tanta pompa, tanta riqueza molestan. Causan un poco de complejo de culpa al católico "de a pié". Al parecer, Francisco I hará cambios.

¿Pero serán cambios profundos o serán solamente de forma? Por el momento no hay transplante de órganos, solamente retoques faciales, pero queda camino por recorrer. Pienso que muchos "descarriados" volverán, otros esperarán a ver si esta iglesia "afloja" en cuestiones más difíciles, porque después de todo que la iglesia sea menos pomposa, que se dedique más a los pobres y a los despojados es lo mínimo, lo MÍNIMO que se puede esperar de una institución que se ha inspirado en una figura como Jesús.