miércoles, 20 de enero de 2010

¿Quién escucha allá fuera?-

"La felicidad no es una recompensa-es una consecuencia. El sufrimiento no es un castigo-es un resultado"
-Robert Green Ingersoll

Las cantidades dichas como si fueran parte de una estadística tienden a mermar la gravedad de un desastre y a obviar el sufrimiento y la angustia. 200.000 muertes, como si todo lo que importara fueran las personas que mueren. Pero,¿Cómo murieron?¿Cómo están los heridos? ¿Cuantos desposeídos?,¿Cuántos huérfanos?.
No es casualidad que la naturaleza pareciera cebarse con los más pobres. La pobreza conlleva mala construcción, malos servicios y poca capacidad de reacción. El pueblo de Haití llegó a la historia sufriendo. En galeras esclavistas, primero por españoles y luego por franceses, fueron sometidos a vejámenes, humillaciones y torturas. Se ganaron su independencia a sangre y mientras interesaba el azúcar y el tabaco que podían producir, el mundo tuvo algún tipo de interés en ellos. Mientras tanto, su pueblo desarrolló una maravillosa cultura, mezcla de África y Europa, del animismo y del cristianismo.
Sus gobernantes han sido ejemplo de corrupción y han sabido someter a un pueblo por la fuerza y por la religión. Lección bien aprendida de sus colonizadores europeos.
Haití sigue sufriendo. Esta vez producto de un sismo que lo hunde aún más. Desgraciadamente no hay petróleo en Haití, ni minerales, ni nada por lo que después de la ayuda humanitaria, no sé qué país estará interesado en su reconstrucción si no tiene nada que sacarle a cambio. Porque así funciona esto. Te doy, pero me das.

Haití se ha caricaturizado como el país del Vudú, los zombies y la magia negra. Son tan supertisiosos como lo han sido otras naciones hoy llamadas "civilizadas". Simplemente no han tenido la oportunidad de crecer. Una por sus líderes, otra por los "civilizados" que no han tenido interés en ello.

Mientras tanto, Haití sufre y si el mundo no hace nada, seguirá sufriendo.

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