jueves, 29 de octubre de 2009

La responsabilidad del Populismo-

" Una revolución es imposible sin una situación revolucionaria "

-Vladimir Lenin

"Una revolución sólo dura 15 años, lo que dura la efectividad de una generación"

- José Ortega y Gasset.


No nos rasguemos las vestiduras ante lo que está sucediendo en países como Venezuela y Bolivia. Sin entrar en juicios sobre su efectividad política o la honestidad de sus gestiones, estos gobiernos son consecuencia de años de abusos por parte de los que hoy son sus fuerzas opositoras.

La corrupción pre-Chávez en Venezuela era un hecho sabido y prácticamente aceptado mientras favorecía a ciertas clases sociales que permanecían impávidas ante el saqueo continuado del país. Nada hicieron los gobernantes de la democracia venezolana, en esa alternancia de poder entre Adecos y Copeyanos, para transformar a Venezuela en un país menos dependiente del petróleo y en mejorar las condiciones del las clases menos favorecidas. El país, maquillado de modernismo, mantuvo al margen a grandes sectores sociales que observaban como la clase gobernante y política transitaba por el camino de la corrupción, llenándose los bolsillos sin un plan de futuro para el país y olvidando grandes sectores de la sociedad.

Bolivia, un país marcado por su inestabilidad política, desigualdad racial y económica, donde se ha mantenido a la gran mayoría de la población en condiciones por debajo de la línea de subsistencia, carentes de educación y marginados de los procesos políticos. La gran industria coquera fue sistemáticamente fomentada por la elite gobernante, tanto civil como militar. Los pocos intentos honestos de cambiar la situación llegaron tarde, encontrándose con un pueblo escéptico, harto de ser postergado y con trabas impuestas por la misma clase política, poco dispuesta a sacrificar sus beneficios y fuentes de poder en beneficio del bien común.

Los modelos neo-liberales, al servicio de pocos, agotaron con la paciencia de los marginados y encontraron finalmente a interlocutores a su descontento.

Cómo suele suceder y la historia así nos enseña , ante situaciones extremas, el péndulo de los acontecimientos se posiciona en el punto contrario.

Tanto el gobierno populista de Chávez, como la propuesta indigenista de Evo Morales, proponen modelos absolutamente distintos a los que anteriormente han gestionado a sus países. Esto lo han logrado, guste o no, a través de las urnas. En ambos casos, los opositores que hoy denuncian violaciones al espíritu democrático, han sido, a través de décadas de abusos al sistema, malas gestiones y falta de vocación social, las que han creado las condiciones propicias para darle alas a los que hoy son sus enemigos. Su egoísmo político persiste al no lograr formar frentes únicos de oposición, ya que insisten en su afán de obtener beneficios partidistas y particulares a la situación.

El mundo hoy no está ajeno a la búsqueda de una alternativa al cruel sistema neo-liberal, que antepone los intereses de las grandes corporaciones a las necesidades del individuo. Cada país lo hace de manera distinta, y dentro de sus particularidades, pero el péndulo definitivamente está girando hacia la izquierda del espectro político. Esto significa que los pueblos exigen que sus gobiernos se alcen por encima del corporativismo y que tomen una actitud más pro-activa frente a las necesidades del individuo y mejoramiento de la sociedad.

Recaerá en Hugo Chávez y en Evo Morales la responsabilidad histórica de transformar sus sociedades en ambientes de mayor equidad social, económica y política. Pero su advenimiento al poder no es producto de la casualidad. Estos nuevos modelos, de traicionar el mandato que han recibido de sus pueblos, es decir, revertir la situación heredada serán, tarde o temprano, inexorablemente destronados por los mismos pueblos que los pusieron en el poder.

Eso también es una enseñanza histórica.

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