lunes, 2 de mayo de 2011

Me han dado el derecho de dudar-

El primer precepto era no aceptar algo como verdadero hasta que no se supiera que realmente lo fuera, más allá de toda duda.

¡Qué propensos son a dudar y cuán cautelosos son los sabios!

Alexander Pope

Y es que no lo puedo evitar. La realidad y los hechos me han enseñado a dudar. De lo que se dice, de lo que no se dice, de lo que se infiere y de lo que categóricamente se da por cierto. Dudo de lo que se ve, de lo que nos muestran y dejan de mostrar, porque las tecnologías, en manos de mentirosos, también son poderosas armas de engaño.

Y no es cuestión de inventar teorías conspirativas. El revisionismo histórico, sumado al valioso aporte de Wikileaks, ha sido un efectivo combustible para avivar la llama de las dudas.

Por todo esto que me permito dudar, como lo hacen muchos, de la “oportuna” muerte de Bin Laden, el anticristo de Occidente. Y ya que estamos por dudar, incluso he llegado a pensar que hace mucho que Bin Laden no existe y que su “existencia” cumplía un objetivo muy conveniente: ponerle cara, nombre y apellido al mal, que es siempre más fácil que combatir una “idea”.

Gracias a Bin Laden, y sus oportunos videos, George W. Bush logró ganar dos elecciones en los EEUU(y con un poquito de trampa en el estado de Florida). Bin Laden también facilitó que el PSOE ganara las elecciones en España y su búsqueda originó la intervención multinacional en Afganistán. Bin Laden le dio al gobierno de Bush la posibilidad de crear un sistema de seguridad que ha vulnerado, como nunca antes en la historia de su país, los derechos individuales de los ciudadanos, convirtiéndolo “de facto” en un estado policial.

Solo hace dos días comentaba con un amigo que me parecía inaudito que con los sistemas de rastreo que existen, con las tecnologías disponibles y la cantidad de dinero ofrecida como recompensa, no se hubiese podido dar con Bin Laden. Más de diez años en “búsqueda y captura”, o “Dead or Alive”. Y es que no había realmente interés que así fuera, digo yo…hasta hoy.

Obama, en uno de sus momentos más bajos de popularidad, ganará muchos puntos porcentuales con su anuncio nocturno comunicando que “finalmente” se había dado caza al enemigo más odiado del mundo. Eso sí, del cadáver, nada. Se arrojó al mar. Que conveniente.

Y la verdad puede ser tan insólita como insólita ha sido la vida del prófugo Bin Laden. ¿Y si finalmente Bin Laden ha llegado a un acuerdo con los EEUU para desaparecer en el atardecer de su historia y se han “montado” un final Hollywoodiense? A cambio, Bin Laden se retira a vivir con holgura y regresa a servir a su antiguo empleador, la CIA.

¿Y si ya había muerto hace mucho y había llegado el momento conveniente de “formalizar” su muerte. Por la popularidad de Obama o por la situación que se vive en el mundo árabe, o por ambas.

Y por último, ¿Y si Bin Laden nunca hubiese existido, y tal como hizo Conan Doyle con su Sherlock Holmes, Occidente haya decidido que ya había cumplido su función y era momento que “muriera”.

Tal vez sea verdad que un comando, al puro estilo Chuck Norris, haya penetrado en territorio Pakistaní y atacado el reducto del hombre más buscado por todos las agencias de inteligencia de Occidente y lo hayan matado.

Pero hoy, 2 de Mayo del 2011, me puedo dar el lujo de dudar y nadie tiene moral como para decirme que no lo puedo hacer. Es la consecuencia de haber mentido tanto tiempo.

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