jueves, 14 de mayo de 2009

La vida de Pancho


"El hambre convierte en ladrón a cualquier hombre"
-Pearl S. Buck

"En este mundo hay más hambre de amor y comprensión que de pan"
-Madre Teresa

Pancho es un perro callejero, con bastante de labrador y mucho más de callejero, que seguramente sabe que tiene una buena vida.

Si me interrumpe mientras veo la tele, sé que quiere salir y, por supuesto, lo suelto en un campo abandonado donde se siente en una jungla. Cada mañana se despereza, se sienta al lado de su plato  y espera pacientemente a que le ponga su comida. A las 8pm en punto, repite su rutina. Duerme cuando quiere, le ladra a los perros vecinos y vigila cuidadosamente cada movimiento que hago. Cuando se enferma, lo llevo al veterinario, le compro sus medicamentos y lo hago vacunar una vez al año. Cada tanto lo baño, lo cepillo pacientemente y el tipo se deja mimar como si estuviera en un spa. Pancho no es egoísta con sus manifestaciones. Es afable, le mueve la cola a propios y extraños y le da la bienvenida a todo el que entra en casa.

Pero Pancho sabe que su vida depende de mí y que ha logrado un grado de comunicación tal conmigo que le permite hacer todo lo que quiere, o casi todo. Conoce sus límites, como el no ladrar ni hacer sus necesidades dentro de la casa o acostarse encima de las camas. Cuando esté en edad avanzada y no se pueda valer por sí solo, le pondremos una inyección y no permitiremos que sufra innecesariamente.

A pesar de sus límites, Pancho tiene una buena vida.

 Lo que me viene en mente es ¿Cuántas personas en nuestro planeta cambiarían vida con Pancho?

Millones de personas, sí, sí, dije bien, millones de personas viven por debajo del nivel de subsistencia. Sin  mínimos cuidados médicos, alimenticios y de higiene, padeciendo enfermedades, muchas de las cuales, ya han sido largamente erradicadas en el “mundo desarrollado”. Su expectativa de vida no se mide en años, si no que en días y su sentimiento de desesperanza es crónico.

Mientras nosotros nos preocupamos por el colesterol, triglicéridos y obesidades mórbidas, ellos sólo esperan algo para meterse al estómago.

Mientras tratamos de entender nuestras falencias de infancia tratándonos con sicólogos y siquiatras, ellos intentan entender porqué esto les tiene que suceder a ellos. Sin viviendas dignas, sin educación y sin alimentación adecuada, nacen condenados.

Pero nosotros seguimos con nuestra “crisis”, la peor, se dice, desde 1929. Las bolsas suben y bajan, los bancos “sufren” y se recuperan y el mundo se preocupa porque baja el consumo, y sin consumo no hay recuperación.

Para estos millones de desamparados, la “crisis” no tiene fecha de inicio ni de fin. No es la peor que hayan vivido, es la que conocen y han conocido todas sus vidas. En su mundo no hay bancos, ni bolsas, ni deudas, ni posibilidad de consumo. Mientras que una parte del mundo sufre la enfermedad de la opulencia, ellos viven la realidad de la escasez. Han nacido sin libertad porque la libertad es la capacidad de elegir, aunque sea para poder decidir sobre las cosas más básicas de la existencia. Y lo peor de esto, es que los hemos privado de esa libertad siendo parte de un sistema que promueve la desigualdad, que ampara a los abusadores de la vida y del medio ambiente y ensalza la codicia bajo el eufemismo de la ambición.

Un sistema que pretende adormecer nuestras conciencias y hacernos creer que lo más importante es tener éxito, a cualquier precio. Y por “éxito” entender, acumular dinero.

Y digo adormecer, porque creo profundamente que en la naturaleza de la mayoría está el querer ayudar y hacer algo para mejorar las cosas. Pero estamos en manos de una minoría cruel e insensible que ve la pobreza como un “daño colateral” a sus objetivos y que hace lo indecible por velar la realidad o hacernos creer que es inevitable.

 Y entonces, vuelvo a preguntar ¿Cuánta gente cambiaría su vida por la de Pancho?

 

2 comentarios:

  1. ..y lo más terrible es que la mayoría de esos seres humanos ni siquiera puedan visualizar que existe la vida de tantos Panchos, para desear cambiarla por la suya

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